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La culpa es de la vaca 2

No estabas allí

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Gandhi, el líder espiritual de los hindúes, poseía una bondad increíble con todos. Muchas de sus historias hablan de este detalle. Pero el siguiente episodio es diferente: uno de sus discípulos sentía celos y quería matarlo.

Un día el maestro estaba paseando y reflexionando por un camino solitario. Desde la cima de una colina cercana, el traidor que lo acechaba le tiró una piedra grande que hizo rodar por la ladera. Por fortuna la piedra se trabó con un árbol y se detuvo antes de dar en el blanco.

Desde la distancia, Gandhi reconoció a su agresor pero no dijo nada y tampoco contó a nadie lo sucedido ese día.

Mucho después se cruzaron los mismos dos hombres y Gandhi, sin vacilar, procedió a saludarlo con alegría y respeto. El hombre le preguntó muy sorprendido si no estaba enojado con él. Gandhi le respondió que no.

—Maestro, ¿puede decirme por qué no le ha dicho nada a nadie, y cómo ha hecho para no enojarse conmigo ahora mismo?

—Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.

Una primera lectura sugiere que uno puede cambiar de una época a otra. "Nadie se baña dos veces en el mismo río", como dijo Heráclito. Si es así, ¿no será mejor empezar por creer que los sentimientos han cambiado de un periodo a otro, y que otros sentimientos, empezando por el perdón, pueden mantener el corazón lleno de luz?

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